¿Tienen sentido todavía los centros comerciales?
El comercio electrónico no parece tener freno. Mercado Libre ya decidió abrir un nuevo centro de distribución en México, esta vez en Yucatán.
Perisur tiene un ‘hermano’ en Monterrey, un viejo centro comercial llamado Galerías, ubicado sobre Avenida Gonzalitos, tradicionalmente exitoso en cierta medida por una razón: los regiomontanos de cierta edad acuden desde jóvenes a pasear entre sus locales a cambio, por principio, de aire acondicionado.
Cuando el calor de 40 grados azota la ciudad, estos ‘oasis’ pueden salvar el fin de semana.
En ciudades de clima extremo, los centros comerciales suelen ser un punto de reunión social. La pandemia pausó las relaciones personales, pero ¿quién aguanta dos años sin abrazos o sin chisme de café?
La gente parece regresar en masa a los pasillos de Galerías, de Perisur o de La Isla… esta vez la ausencia visible es de locatarios suficientes.
Consideren como ejemplo los Starbucks, establecimientos controlados por Alsea y convertidos en ‘tienda ancla’, registran un constante regreso de clientes, con alzas de 13 por ciento en ventas en México, quizás empujadas también por algunos estudiantes que los convirtieron en aulas y emprendedores que encontraron estas ‘oficinas’ más accesibles.
No obstante, aún en esta compañía hay señales que denotan cambios estructurales en el consumidor.
Starbucks tiene 2.3 millones de clientes conectados a través de su aplicación digital, 25 por ciento de ellos, usuarios frecuentes.
Más pistas de ajustes llegan por la vía de Liverpool. Antonino Guichard, responsable del negocio de comercio electrónico en esa centenaria compañía, reporta incrementos ‘exponenciales’ de ventas por esta vía. En parte, porque antes de la pandemia no habían puesto el énfasis necesario en la atención remota de compradores.
Las ventas en línea de Liverpool son tres veces más altas que las de 2019, gracias a medidas como la de entregas en menos de dos horas en algunos casos, pero aún esas prácticas no impiden un paulatino ascenso de compradores también en sus almacenes.
Entonces, si los clientes regresan a los centros comerciales. ¿Por qué estos no parecen conseguir el regreso de todos los locatarios?
Sin preocuparse por sutilezas, la semana pasada Nathan Geni Zwick, representante de la administradora chilena de activos Moneda Asset Management, lanzó una pregunta a los influyentes desarrolladores inmobiliarios mexicanos de GICSA.
Palabras más, palabras menos, dijo que habían investigado empresas de renta de espacios comerciales en México, que éstas habían mejorado sus tendencias y reducido descuentos a locatarios. Y soltó: “¿Qué está pasando en la empresa que, incluso en este momento, parece que los escenarios no mejoran?”.
“Realmente no sé qué está pasando con las otras empresas”, contestó el director de GICSA, Abraham Cababie. “Lo único que puedo decirles es que hemos estado haciendo un inventario muy específico en el espacio ahora que la mayoría de las propiedades están en (ciudades) estado verde y todas las puertas se pueden abrir. Ahora, podemos darnos cuenta de cuáles de los inquilinos regresan y cuáles no”.
Y ahí parece estar la clave. La experiencia de los Cababie parece filtrar en este momento los negocios que sobrevivirán a la pandemia y aquellos que desaparecerán y vaciarán locales que quedarán en espera de quienes sepan qué vender a la gente que sigue acudiendo a estas plazas.
El comercio electrónico no parece tener freno. Me avisan que Mercado Libre ya decidió abrir un nuevo centro de distribución en México, esta vez en Yucatán, para atender a clientes peninsulares. En menos de dos años, Walmart y Amazon tomaron la misma decisión.
No luce fácil hacerles competencia directa, pero seguramente hay oportunidades en aliarse con ellos o en vender lo que Mercado Libre… y Amazon, no pueden ofrecer. Esta película está lejos del final.
Fuente: América Retail